viernes, 22 de febrero de 2013

Mascotas



Cinematografía densa


Borgi gustaba mucho del cine. En tardes absolutamente afiebradas se lanzaba con su amigo Stan a recorrer los senderos de filmografías vastísimas. Borgi, 30 años en su cuerpo apresuradamente tenso y curvo, gozaba en los delirantes festines cinematográficos con estrellas como Lugosi, Brando, Welles y Gassman, crepitaba de ardor casi eclesiástico cuando veía el desenlace de verdaderas obras maestras como "Casablanca", " El amor en los Tiempos de la Leche Entre Descompuestos Supositorios" y " Angina, la mujer que cree que Vietnam es un postre de extraña cereza".

Borgi había diseñado un particular y singularísimo conjunto de laberintos arbóreos para que los cinéfagos mas despreciables se perdieran en ellos y nunca pudieran robar sus magníficos y bien empaquetados films, "nadie podrá jamás penetrar en mi espesura"- se decía a sí mismo, mientras con un lápiz labial dibujaba al león de MGM sobre su velloso y osuno pecho...
Luego de ver sus films, Borgi se dedicaba a largas sesiones de pedicure y manicure  - “la mente me sabe a chocolate"- se decía.

Luego sacaba a pasear a su pequinés Marmaduke por toda la llanura. Se encontraba con vacas y con nobles leñadores que a veces lo querían y a veces no. Mientras, su amigo Stan se pasaba horas y horas consumiendo tiras dibujadas para su propio bienestar, presionaba un gatillo carnoso que recién le había brotado debajo de la ingle y escribía sus memorias donde hacía serias advertencias de un mundo que sin él, sería un absoluto desperdicio.

Cierta tarde de caprichoso oleaje, Borgi y Stan se entregaron a complicadas discusiones luego de una agitada sesión fílmica en la que vieron la película llamada: “ Pichón, la vida de un hombre que no encuentra tuerca donde agitarlo".

¡Stan estaba en shock: la película había sacudido todas las fibras de su ser! Pichón era una cinta decididamente desenfrenada y los excesos salpicaban ferozmente al espectador, hasta aparecían gallinas que se daban la mano.
Al ver que su amigo no articulaba palabra Borgi se aferró del bastón y le dijo con suma espesura: ¿qué ha pasado amigo mío? ¡Me sorprende la complicada maraña que fluye de tu boca quizás levemente grisácea, quizás rosácea! ¿Qué te acontece?.

La verdad es que Stan estaba soberanamente mal...
su indisposición se veía en el rictus de su rostro y un problemático cruce de piernas que lastimaba seriamente sus genitales.
¡De pronto, alcanzó a decir entre babosidades: es que... es que... es densa... cinematografía densa que abofetea mi espíritu!


¡Borgi no soporto mas esta tensión y se lanzó encima de él! como sería el impacto que los lentecillos rosa de Stan volaron al ventilador junto con su muy machacada cabeza, páncreas e hígado.

¡Es increíble Stan! ¿Cómo puedes decir esto de este film? ¡Me colma tu grasa, tus pantalones mojados, tu carne de cacahuate; ten un poco de consideración, hasta yo mismo me aterro de lo que estoy haciendo!
Como recuerdo de su amigo, Borgi disecó su extraña bocaza y la puso en un altar junto a un póster de Penélope Cruz...

Diseñó una cobija para su perro pequinés Marmaduke con tiras dibujadas y la entregó a una familia de leprosos como un acto de caridad, y entre pequeñas y lindas lágrimas organizó con nuevos amigos un festival de música donde el centro de atracción era una banda de seres mofletudos y salvajes que sin ningún decoro hacían versiones de la Marsellesa y de Morir de Amor hasta hacer entrar en pánico a las multitudes.


El niño de la flor. 010



¿Por qué no soy George Clooney?

Siempre que me despierto sigo siendo el mismo
no logro cambiar mi anatomía con mis sueños,
mi cabello no se vuelve cano
y mi sonrisa no revela una picardía coqueta.

Mis ojos no se hacen perlas azules
mi piel sigue siendo mestiza;
por más que lo intento mi caminar es primitivo
y mis huellas no tienen la fuerza de lo divino.

Si corto mi cabello al estilo romano
lo único que logro es verme precario
sin importar la extensión de mi melena
no me torno sutil y ardoroso.

Aun con un Armani sobre mi cuerpo
no logro ocultar mi tosca naturaleza
y el fino reloj que compré en la capital         
parece un grillete en mi muñeca.

Me he declarado Democrata
amigo de la paz y la equidad
he donado el oro de mis ancestros
a la campaña de un negro muy fino.

No hay resultados verificables  
pero si un déficit enorme en mi bolsillo
no valen los antiguos ritos
ni el baño dorado en la laguna.

Logré emparejarme con una Italiana
que al parecer ha notado algún cambio
o por lo menos ve la fuerte labor
que nadie puede percibir.

Mandar fotografías a la revista Cosmo
no ha sido visto con complacencia
y con cierto tono burlón me ha llamado la editora
para recordarme que allí no es National Geographic.

Es curioso mis coterráneos
me ven con extrañeza
como el último ejemplar
de una especie extinta.

Y hasta podría jurar
que cierto timbre de repudio
se nota en sus palabras
cada vez que me preguntan por mi origen.

En fin aceptaré esta contradicción
de no ser siquiera un poco germano
para compartir la gloria
que le fue negada a mis antepasados.

Y donaré mi cuerpo al museo de Historia Natural
para ser exhibido como una nueva adquisición
de los escombros de lo perdido y odiado
de lo que nadie es pero todos reconocen.

Ojalá mi alma tenga la apariencia
de este actor de portentoso estilo
y saldar de una vez por todas
lo que no me permite siquiera ser su sombra.


ESLABÓN MUISCA 2009