martes, 12 de marzo de 2013

Mascota


EL QUESO AMISTOSO

Son quizás sueños o estas tremendísimas fábulas que me invento las que a veces me impiden comunicarme con la gente... pero cuando hablo de lo REAL  es de lo REAL  y ahora mismo deseo contar un relato de algo que me sucedió a mi de manera incisivamente terrible, agriamente podría decirse...

En una de aquellas soleadísimas tardes de verano que acontecen por estos días conocí al queso amistoso, blanquito y algo amarilloso en las puntas.

Era lo mas de rellenito y nutritivo y se auguraba en él un lácteo porvenir con solo verlo uno ya se deleitaba.
Nos pasábamos las horas y los días jugando parqués, yendo a los parques o "haciéndonos quesillo mutuamente" como él llamaba a una picaresca práctica en los baños públicos, en los lugares mas oscuros de los barrios y en la parte oscura de las ventas de pollos y que aquí no puedo describir de NINGUNA manera!!

El queso amistoso era mi amigo. Olíamos el néctar de las flores y cantábamos con música apergaminada  española pegándonosla de las orejas con colbón. Cuando cumplió 30 años decidí presentarlo en sociedad por aquello del "run-run cooperativo" y el "roce de liendres".
Jamás pensé que sería lo peor que le podría pasar.

El queso entro en la sala del apartamento de mis mejores amigos como un DIOS lácteo y curvidivino, con su origen de vaca expuesto tetudillamente, daban ganas de abrazarlo, de besarlo, de hundirle la palanca torcida aunque previamente enguantada de un camión.
Valía lo que pesaba en miel de escondidijo.
A todos nos cogió por sorpresa. Durante quince días seguidos mi lugar de regocijo fueron los lavamanos, pero mis amigos, lubricados hasta la cima de su pelo no pudieron aguantarlo.
Machos en celo tuvieron que disponer de él de la manera mas salvaje y el queso amistoso transformó sus sonrisas en lágrimas...

LITERALMENTE FUE COMIDO!! lo devoraron frente a mí y yo no podía mas que llorar y agarrar con fuerza una estampita de la virgen del perpetuo socorro.
Mi amigo produjo unos largos chillidos que se confundían con lo blancuzco de su piel siendo troceada por los colmillos de mis malvados amigos.

Fue su fin.

Ahora no ando ni con quesos, ni con brevas almibaradas. Me matriculé en un instituto de Educación SUPERIOR y con el cartón que saqué espero tapar el hueco del techo de mi casa junto a mi gato y una escopeta recortada. Espero desde las miserias externas de la ciudad por mejores dias...

bye!

Gallinato!011.


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